lunes, 21 de noviembre de 2016

CLIENTES Y MECENAS DE LAS CATEDRALES GÓTICAS


Vamos a aprovechar unos fragmentos del magnífico libro de George Duby, La Época de las catedrales, para conocer con más profundidad el entramado financiero que elevó las catedrales góticas, especialmente las de la Isla de Francia (aunque existirán muchas similitudes con otros lugares). Burguesía, obispos y monarcas

En el centro de Francia, las viejas ciudades romanas eran más densas y dinámicas. Los comerciantes se instalaron al pie de sus murallas. Nuevos barrios surgían (...) alrededor de la plaza del mercado. Durante el siglo XII estos se fueron extendiendo al ritmo de las transacciones (...) Riquezas que ya no eran territoriales y visibles como la antigua fortuna de los señores (feudales), sino que estaban constituidas por valores móviles, dineros, lingotes, cargas de especias que se ocultaban al recolector de impuestos y que fructificaban según los azares del mercado, en operaciones de cambio y en el préstamo a interés. De estos tesoros ocultos, el obispo y el capítulo, señores de la ciudad y sus alrededores, se sirvieron para construir la catedral
Ahoar el dinero circulaba. Los canónicos participaban en los negocios (...), cobraban fructíferos impuestos en el mercado y los puertos, a pesar del contrabando.
Las riquezas llegaban al tesoro episcopal por otro conducto, quizás más abundante: las limosnas. Los comerciantes, en efecto, tenían mala conciencia. Se les repetía que "ningún mercader puede agradar a Dios", porque se enriquecía a expensas de sus hermanos. (...) Al envejecer, el hombre de negocios, inquieto por su alma, deseaba salvarse por medio de una fuerte donación. (A ello habría que añadir los intereses de los gremios y corporaciones mercantiles que buscaban capillas para el enterramiento de sus componentes y la celebración de sus liturgias)

Cuando el prelado iniciaba la construcción de una nueva catedral podía además, esperar mucho del rey. El obispo a menudo era su hermano o su primo. (Y deseaba, además, justificar su poder ante los nobles feudales a través de esta unión con las sedes episcopales, igual que los nobles, en la etapa anterior, se habían aliado con los monasterios)
El obispo era un gran señor. (...) Una nueva catedral le parecía una hazaña, una victoria, como una batalla que gana un jefe guerrero. Cuando Suger describe su empresa de construcción, se estremece de vanidad. Esta voluntad de prestigio individual explica el movimiento de emulación que durante veinticinco años sacudió a todos los obispos del dominio real (...)
La iglesia episcopal reconstruida expresa en segundo lugar la alianza de Melquisedec y de Saúl, es decir, la unión del poder episcopal y de la monarquía (...)
La nueva catedral celebra, por último, la fortuna de la aglomeración urbana (...) Es el orgullo de la burguesía (...)


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