martes, 14 de junio de 2016

KLEE: FLECHAZO

Una de las maravillas de Klee es la resistencia de muchas de sus obras a encuadrarse dentro de un estilo e, incluso, a dejarse explicar de forma unívoca.
Esto es lo que nos ocurre con esta pieza, denominada flechazo (entendido como amor a primera vista) que, sin embargo, la propia imagen parece desmentir.
Pues evidentemente aparece la flecha y el hombre derribado por ella, pero nada nos da a entender que se trate del comienzo de una historia de amor, muy por el contrario, hay todo un tono de tragedia en la obra.
Desde de la cara del protagonista, la violencia del rayo (que casi parecería el de la ira de Zeus) a los gesticulantes espectadores nos conducen ¿hacia la muerte?

Realmente poco importa, o acaso sí, pues una de las primeras genialidades del cuadro es esta paradoja entre lo visual y lo lingüístico, algo tan apreciado por el grupo surrealista que, justamente en el año del cuadro (1924), se creaba formalmente.
Klee conocía a muchos de ellos desde hacía años, especialmente a Duchamp, el gran amante de estas paradojas.


Pero dejemos el tema y centrémonos en la ejecución plástica de la obra, en donde volvemos a encontrar la importancia del dibujo infantil (aunque profundamente caricaturesco) o los rastros del cubismo en las formas figurativas
Como es bastante habitual en la obra de Klee, une en esta pequeña pieza el mundo figurativo con la pura abstracción  del fondo compuesto por bandas de colores.
Entre ambos mundos mundo el rayo, de nuevo, nos lleva a la ambigüedad y la paradoja, pues tanto la podemos entender como una forma figurativa como una simple acción abstracta que atraviesa en pleno movimiento el mundo de horizontales del fondo. ¿Cómo entenderlo?
Realmente, da igual, o tal vez no, y la obra de Klee nos esté hablando en este sentido de lo artificial que tienen nuestras categorías artísticas, proponiéndonos una nueva forma de mirar, uniendo copia de la realidad con racionalismo, representación con signo

Y avanzando sólo un poco más, ¿no veis en el cuadro una nueva paradoja entre la abstracción geométrica de las bandas del fondo o las flechas y la abstracción más lírica y pictórica del tratamiento de la superficia, realizado a través de múltiples impregnaciones que huyen del color homogeneo e, incluso, de la propia planitud, dejándonos ver verdaderos grumos de pintura?

La verdadera genialidad de Klee es que sus cuadros jamás se acaban



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