lunes, 10 de diciembre de 2012

LA ALCAICERÍA DE GRANADA. NEOÁRABE PARA RECORDAR LA HISTORIA


Entre la plaza de Bibrambla y la catedral el turista terminará obligatoriamente en la famosa alcaicería.
Verá entonces un pequeño dédalo de calles estrechas (pero de perfecta cuadrícula) llenas de tiendas de souvenir.
Si ha estado en la Alhambra reconocerá la decoración de arcos angrelados, los dobles capiteles y frisos de epigrafía y menudos atauriques, las cubiertas de madera taraceada, y se sentirá tentado de creer que este mercado es cierto sin equivocarse del todo

La alcaicería original (siglos XIV-XV) se encontraba en ese mismo lugar y probablemente tuviera su misma estructura ortogonal. En ella se venderían, bajo protección regia, mercancías preciosas (en especial seda, la gran industria de la Granada Nazarí), cerrándose las puertas por la noche y los días festivos y vigilándose atentamente sus puertas.
Su estructura, distinta del tradicional zoco, es un calco de los mercados cubiertos típicos del islam oriental (aquí ya hemos visto el de Alepo o el Gran Bazar de Estambul)

Hasta aquí la historia; pasemos ahora a la invención. La alcaicería, tras la conquista cristiana fue perdiendo poco a poco importancia. De seda se pasó a otros artículos textiles, reduciéndose su espacio y poder de atracción. El golpe final fue el gran incendio del El 20 de julio de 1843, en la que terminó por ser destruida por completo.

Sobre las ruinas se recreó el antiguo mercado con el estilo en boga (el neomudéjar) en una variante específica de la ciudad, el neoalhambrino, que muy pronto inundará la ciudad, intentándola dotar de un orientalismo tan en boga por los primeros viajeros románticos (piénsese en Irving) que querían encontrar el exotismo oriental en la ya de por sí exótica España (aquí analizamos más esta cuestión)
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